viernes, 2 de noviembre de 2007

HENRY STEEL OLCOTT Y LA CURACION MAGNETICA

Por: Julio Gerardo Pomar

El Coronel H.S. Olcott es conocido a nivel mundial como co-fundador de la Sociedad Teosófica, en 1875, junto con la señora Helena Petrovna Blavatsky. Durante 32 años ostentó el cargo de Presidente-Fundador de la Sociedad, y recorrió la India, Asia, Europa y América dando conferencias sobre Teosofía y sentando las bases de la organización que contribuyo a fundar. Se ha llegado a decir que, si la Teosofía y la Sociedad Teosófica se expandieron por el mundo, llevando su mensaje de fraternidad y sabiduría a todos lados, fue, en gran parte, por el trabajo incansable del Cor. Olcott como organizador, conferencista y hombre de relaciones públicas, y de la Sra. Blavatsky como escritora, ideóloga y maestra espiritual.

El Cor. Olcott fue una persona que profeso elevados ideales toda su vida, llevándolos a la práctica siempre, lo que lo ha convertido en una figura usada en los círculos teosóficos como paradigma del hombre en vías de espiritualización, con grandes objetivos éticos y una entrega total a sus ideales. Su vida está sembrada de ejemplos de su capacidad para el autosacrificio y de su conducta inegoísta, y sobre esto se ha escrito mucho desde la fundación de la Sociedad Teosófica hasta la fecha. Personalmente, creo que las palabras que mejor definen su vida y personalidad fueron escritas por uno de los Mahatmas de la Sociedad Teosófica, el Señor K.H.:

“Con el (H.S.O.) podemos contar en todas las circunstancias, y su dedicado servicio está comprometido con nosotros, salga bien o mal. Mi querido hermano, mi voz es el eco de la justicia imparcial, ¿Dónde podemos hallar una devoción igual? Es una persona que jamás pregunta, solo obedece: que puede que cometa innumerables equivocaciones llevado de su excesivo celo, pero jamás se niega a reparar su falta aún a costa de la mayor de las humillaciones personales; que considera el sacrificio de la comodidad e incluso de la vida como algo para ser arriesgado gustosamente cuando sea necesario; que comerá cualquier alimento e incluso pasará sin el; que dormirá en cualquier cama, trabajará en cualquier lugar, fraternizará con cualquier paria y soportará cualquier privación por la causa.” (1)

Olcott fue un hombre polifacético en sus interese y actividades, pero los distintos aspectos de su vida han quedado relegados en el interés de quienes han estudiado su vida y su obra, porque su papel como Presidente-Fundador acaparó la atención pública casi por completo. Por ejemplo, él fue lo que hoy llamaríamos un ingeniero agrónomo, muy exitoso, y dejó trabajos escritos sobre el tema de la agricultura. También fue periodista profesional y escribió muchos artículos en varios diarios de su país. Es conocido su interés por el auténtico espiritismo e hizo investigaciones al respecto, incluso su relación con la Sra. Blavatsky empezó a raíz de una de estas investigaciones. También fue abogado, ocupación esta menos llamativa, y en el ejercito de su país tuvo una destacada actuación en una función que hoy llamaríamos de auditoría, trabajando contra la corrupción en los mandos militares relacionados con las compras de bienes. Su trabajo fue tan eficiente que llego a ser condecorado por sus exitos, y parece que así obtuvo su grado de coronel. Además fue miembro destacado de la masonería americana, llegando al más alto grado en esta orden fraternal, pero desconocemos sus logros en este campo.

Pero hay otro campo de su polifacética vida que quisiéramos destacar en este artículo, escrito en su homenaje al cumplirse este año 2007 el centenario de su alejamiento del plano físico. Se trata de su incursión en el campo del hipnotismo y de la sanación por medio del magnetismo, lo que se conoce también como mesmerismo o curación magnética. En este tema el realizo estudios, prácticas e investigaciones personales que son aportes valiosos. Podemos pues decir que el Cor. Olcott fue discípulo, o si queremos decirlo de otra manera, seguidor, de las enseñanzas del médico vienes Franz Antón Mesmer (1734-1815).

El Dr. Mesmer es considerado actualmente el iniciador de la hipnosis clínica moderna, a pesar de que fue muy combatido por los médicos y científicos de su época. Sostenía que todos los seres vivos poseían un fluido, que sustenta la vida, y que este fluido vital es de naturaleza magnética y que puede transmitirse a voluntad. El fluido actúa inmediatamente sobre los nervios, por los cuales circula, por lo que es el agente curativo de trastornos nerviosos y enfermedades. Mesmer llamó a este fluido nervioso “magnetismo animal.” El Dr. Mesmer ganó mucho prestigio y tuvo grandes exitos en Europa, y así como tuvo seguidores también se levantaron contra él muchos detractores que, aprovechando el modo teatral de trabajar de Mesmer, lo tildaron de “charlatán y estafador.” Se entiende que aparte de argumentos científicos, lo que despertaba tanta virulencia y furia contra él tenía causas económicas y gremiales.

En fin, tanto alboroto y conmoción motivaron que, en 1784, el Rey de Francia nombrara a una comisión de científicos para que estudiaran sus métodos y curaciones, y emitieran un veredicto científico. Su dictamen final fue en el sentido de que las curaciones eran verdaderas, pero que no se debían a ningún “magnetismo animal” sino a la “imaginación de los pacientes.” (2) Mesmer quedó desacreditado para siempre y pasó al olvido, pero curiosamente sus ideas, el llamado mesmerismo y las curaciones magnéticas, se extendieron por todo el mundo con distintos nombres, y sus métodos persisten hasta la fecha, y son practicados por distintos grupos de medicina alternativa e incluso son parte de la práctica religiosa de grupos de este tipo. Por supuesto, el Dr. Mesmer, inventor del método, no es mencionado para nada.

Volvamos a lo nuestro. Cuando el Cor. Olcott llegó a la India en 1879 no pensaba ni por asomo dedicarse a practicar el magnetismo, aunque hizo algunas demostraciones de magnetismo e hipnosis con la idea de interesar al público en la Teosofía. El ya conocía el tema y lo había estudiado muy bien, según el mismo cuenta:

Yo conocía a fondo el magnetismo y las curas magnéticas, desde treinta años atrás, sin haber entrado en la práctica salvo para los pocos experimentos necesarios en los comienzos.” (3)

Sin embargo, tres años después, mientras el se hallaba en Ceylan (actual Sri Lanka) dedicado en cuerpo y alma a promover y reorganizar la religión budista, preparándola para enfrentar a sus implacables enemigos, los misioneros cristianos, que trataban de borrar de la memoria de la humanidad el legado espiritual del Señor Buda, ocurrió un suceso que lo llevo a utilizar masivamente el mesmerismo. Sucedió que un aldeano se curó de una dolencia al tomar agua en un pozo, y empezaron a correr rumores entre el pueblo de que dicho pozo tenía propiedades milagrosas, como Lourdes. La mente estratégica de Olcott inmediatamente se adelantó a lo que podía suceder:

“Una vez que el pueblo se hallase bajo la sugestión hipnótica se producirán verdaderas curaciones...” y eso lo preocupó mucho porque el iletrado pueblo budista podría dejar su religión y emigrar al catolicismo. (3)

Olcott trató entonces de convencer al alto clero budista para que ellos se dediquen a curar a los enfermos pero los monjes se aterraron con la sola idea, porque, le dijeron, no sabían nada sobre curaciones “espirituales.” Olcott entonces se vio obligado por las circunstancias a dedicarse durante quince meses, hasta fines de 1983, a viajar por toda la isla curando a los enfermos y dando conferencias de Teosofía y Budismo. El relato detallado de sus curaciones se encuentra en su libro “Old Diary Leaves”, donde narra con todos los pormenores del caso como fue desarrollando sus facultades curativas y perfeccionando sus técnicas, logrando curar a paralíticos, sordos, ciegos, reumáticos, posesos y otros muchos tipos de enfermos, curaciones que inevitablemente llevaban a pensar en las curaciones narradas en los Evangelios y atribuidas a milagros efectuados por el Señor Jesucristo. Cabe entonces preguntarse: ¿existen las curaciones milagrosas? o se trata del hábil manejo de conocimientos y técnicas que la medicina occidental ignora y hasta desprecia, debido a su enfoque completamente materialista de la realidad.

Olcott discurre sobre las causas de estas curaciones, buscando explicaciones: “...las curaciones magnéticas no son necesariamente debidas a la fe, sino más bien a una transfusión del aura vital (del operador) al paciente...” (4). Como se ve, el coronel sigue las teorías de Mesmer sobre el fluido vital, diferenciando muy bien estas teorías del esquema teórico del inglés, también médico, James Braid, quien abjuró de Mesmer y planteó nuevas hipótesis, en las cuales responsabilizaba a la sugestión como la verdadera causa de las curaciones, negando la existencia de cualquier tipo de energía sutil. Oigamos a nuestro viejo coronel: “...mis curas no consisten en sugestión hipnótica, sino en psicopatía verdadera, honrada y a la moda antigua.” (5).

Durante quince meses el Cor. Olcott trató exitosamente a centenares, logrando curarlas por completo, también fracasó con centenares y alivió temporalmente a otros tantos, posiblemente porque estaba siempre de paso y no podía darles un tratamiento regular. Veía tantos pacientes diariamente que, abrumado por el desgaste de su propio organismo, discurrió un modo de aliviar su carga de trabajo y, sin proponérselo, amplió la teoría del fluido vital de Mesmer. Según sus observaciones, había sujetos que, con un corto tratamiento, unos treinta minutos, se curaban completamente para siempre, mientras que a otros sujetos les dedicaba varias horas en varias sesiones, y sin embargo, su curación era incompleta y temporal. Entonces elaboró su teoría de la “simpatía entre los fluidos”, según la cual, si el fluido nervioso del operador era compatible o “simpatizaba” con el fluido nervioso del paciente, era conveniente proceder a tratarlo por el menor gasto de energía y tiempo del operador y la mayor efectividad del tratamiento. Pero si ambos fluidos no eran compatibles, no valía la pena hacer el esfuerzo. Era algo así como una corriente eléctrica que no puede atravesar un cuerpo que no es buen conductor. Esta teoría le permitió descartar en unos minutos, mediante unas sencillas pruebas que el también elaboró, a muchos pacientes no compatibles con su propio tipo de energía, ahorrándose mucho desgaste físico y nervioso, amén del tiempo que antes desperdiciaba en ellos.

El ciclo como curador magnético en la agitada vida del Cor. Olcott terminó a fines de 1983, debido a su agotamiento nervioso y a las ordenes de su Maestro. Sin embargo, logró sus objetivos porque evitó que la histeria colectiva causada por la curación que se produjo en el pozo fuera aprovechada por los misioneros cristianos para debilitar aún más a su amada religión budista. Además, alivió el sufrimiento de muchísima gente y dejó muy útiles enseñanzas para los estudiosos y practicantes de la curación magnética o mesmérica, que ahora conocemos como curación pránica, y que actualmente se usa en una variada combinación con otras técnicas, entre las que destacan la sugestión, la hipnosis clínica, el hipnoanálisis, etc.

Como hicieron con él sus Maestros el día 17 de febrero de 1907, el día que falleció, cuando se le presentaron y le dieron las gracias por sus fieles servicios y valiosos aportes al progreso espiritual de la humanidad, siento que quienes lo admiramos por su estatura espiritual, sus capacidades múltiples y su inegoismo a toda prueba, también debemos decirle, al cumplirse los cien años de su desencarnación: “Gracias Coronel, por la Sociedad Teosófica y por todo lo que nos ha dejado. Hasta pronto.”




Referencias bibliográficas

1. Beechey, K., “Extractos de las Cartas de los Maestros de Sabiduría.” Editorial Teosófica, Barcelona (1992). Pág. 45.
2. Hilgard, E., “Hypnosis in the relief of pain.” Editorial William Kaufmann, Los Altos (1975).
3. Olcott, H.S., “Historia de la Sociedad Teosófica”. Editorial Sociedad Teosófica en Argentina, Buenos Aires (1963), pag. 62.
4. Ibidem, pag. 69.
5. Ibidem, pag. 75.