martes, 27 de mayo de 2008

LA IDEA DE DIOS

Por Tomás Carlos Barriga

En nuestro afán por entender lo infinito, de comprender la idea de Dios, nos vemos envueltos en la tentación de calificar a la divinidad. Decimos que Dios es bueno, que es justo, que es compasivo, entre otros adjetivos, sin caer en la cuenta que al calificarlo lo limitamos. Si decimos que es “algo” estamos diciendo que no es “lo diferente de ese algo” y por lo tanto limitamos la idea de Dios.
Por ejemplo, si decimos que Dios es hombre, estamos diciendo que no es mujer, por lo tanto las mujeres no participan de la idea de Dios (lo que piensan muchas religiones fundamentalistas) o que no poseen en sí mismas el germen de la divinidad. En nuestra época esta afirmación es absurda (y peligrosa). Este problema surge por que nuestro intelecto quiere entender lo inentendible: ¿podemos imaginar la Omnipresencia sin imaginarnos a un Dios en algún lugar? ¿podemos entender la omnipotencia y pensar a la vez que Dios no puede hacer el mal? ¿podemos entender la Omnisciencia y no vernos tentados a pedir ayuda divina cuando necesitamos de ella, aun sabiendo que Él ya lo sabe?
Nuestra mente es limitada y no es capaz de entenderlo, afortunadamente tenemos herramientas más elevadas que la mente.
Una de estas calificaciones que suele atribuírsele a Dios es la de amor. “Dios es amor” y dentro del mundo creyente resulta casi imposible demostrar lo contrario cuando predomina el dogma sobre la búsqueda de la verdad.
¿Qué es el amor? En todos sus niveles y variantes no otra cosa que la búsqueda de unión entre dos seres que se sienten separados, el amor que sentimos en nuestro estado evolutivo no es más que la necesidad interna de volver a estar unidos, de volver a ser uno. Cuando amamos deseamos la unión y la buscamos según nuestro propio nivel de entendimiento. Si nuestro amor es físico, deseamos la unión física y en el momento previo al orgasmo sexual sentimos la necesidad imperiosa de fundirnos en el otro, ser uno. Este deseo se frustra luego del clímax, cuando nos damos cuenta que seguimos tan separados como antes (o más)
Cuando el amor es emocional, lo físico pasa a un segundo plano, nos interesa más que el otro sienta lo que nosotros sentimos, nos interesa su alegría, su felicidad, nos interesa su ternura y su aceptación, ese deseo de unión se expresa en nuestro deseo de compartir de sentir que nos aman, pero el contentamiento emocional también se frustra en la separación, nos hace sufrir en la muerte, en la no correspondencia.
Tal vez la forma más cercana al amor mental sea la admiración por alguien a quien consideramos mental o intelectualmente superior, hay una especie de devoción al instructor o al maestro que nos provoca una fascinación un amor que también se frustra al no poder ser todo lo que el otro es, saber lo que el otro sabe.
El amor es una necesidad de unión en todos los planos, pero sólo puede unirse aquello que se encuentra separado, cuando se alcanza la unión, el amor desaparece (aunque esta idea escandalice a quien ven el amor como un fin y no como un medio para llegar a la unidad)
Cuando amamos, percibimos dentro de nosotros que en el objeto de nuestro amor hay una parte que me falta, que necesito, que anhelo. Es entonces que buscamos la unión que sin embargo es imposible bajo la idea de la separatividad, o Maya como la llaman los hinduistas.

Entonces podemos decir que amamos a Dios, porque en nuestra ignorancia, nos sentimos separados de Él, pero no podemos decir que Dios nos ama, eso implicaría la ignorancia de su propia condición de ilimitado, de absoluto, de SER.
No puedo decir que Dios en un padre, porque al calificarlo lo limito. Tampoco puedo afirmar que Dios no es un padre, ni un maestro, ni un juez, ni un verdugo, por que al decir que Dios NO ES, también lo limito.
Si hay un Dios, está más allá de las definiciones y conceptos, más allá de la mente y la conceptualización. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuestras primitivas y dogmáticas creencias.
Dios es amor, pero es también no-amor, ya que Él la dualidad no existe. Entender la la idea de la no dualidad, podría ser el primer paso para empezar comprender.